martes, 6 de enero de 2015

Los Hidalgos de los Sueños (el dilema de dormir cruzados)


 
Mientras yo bostezo en Buenos Aires, que acaba de amanecer; ella bosteza en Melbourne, que termina de anochecer. Es que estamos lejos y dormimos cruzados.
Si el bostezo tuviese forma de moneda, yo estaría siendo el número (por decir algo), y ella vendría a ser el prócer que está del otro lado con cara de haber hecho algo increíble.
Mi bostezo matinal, por su parte, es la nostalgia del sueño. Añora con la boca abierta  los hermosos y mulliditos brazos  de Morfeo (Amo y señor de los sueños), a los que tuvo que renunciar, y se replica en períodos cada vez más distanciados hasta que finalmente desaparece y me permite ocuparme del hoy.
El de ella, por otro lado, es  un bostezo-alarma que le recuerda,  repitiéndose con frecuencia creciente, que el hoy ya se acabó. Tiene como cómplice un dedo fantasmal que la invita, con sensuales movimientos, a la cama. O bien podría decirse: al reino de los sueños en los brazos de Morfeo.
Es poco lo que sabemos a ciencia cierta de Morfeo y sus cuestiones. Por lo tanto, con total desfachatez y sabiendo que cada uno puede creer en lo que se le venga en gana, me permito dar mi visión del asunto:
Cada uno de nosotros tiene un planeta propio al que solo se puede acceder cuando se está durmiendo.  Dentro de cada uno de estos “munditos”, está contenido todo los que vimos y experimentamos a lo largo de la vida. Todo está allí, estático, a la espera de que nosotros lleguemos para ponerse en movimiento.
Y a menudo pasan cosas ahí dentro. Cosas que en algún momento vamos a necesitar saber.
Estas cuestiones nos son presentadas apenas nos despertamos, por obra y gracia de Morfeo,  como pantallazos de la actualidad de nuestro propio planeta. Solemos denominarlos “sueños” y siempre hay algo allí dentro que luego nos puede servir.
Pero hay otras situaciones en las que algo maligno y foráneo se escabulle en nuestro planeta. Entra en algún  descuido, por alguna grieta o hendija, y empieza a causar disturbios sin más propósito que el de molestar. Morfeo, resignado, se ve obligado a mostrarnos también estos sucesos una vez que despertamos. Nosotros comúnmente los llamamos pesadillas.
Y estas pesadillas serían mucho más cotidianas si no existiera algo que se encargase  de eliminar y combatir a estos malignos invasores que acechan nuestro planeta en todo momento.
Y este algo, es en realidad un alguien. A esta gente yo la llamo “Hidalgos de los Sueños”.
Todos tenemos (o deberíamos tener) una o más personas que están constantemente pensando en nosotros. Que nos quieren de la manera más sincera y que se preocupan por nuestro bienestar en cualquier cosa que afrontemos. Ésta gente tiene la capacidad de meterse en nuestro mundito de sueños para defenderlos de cualquier amenaza que se le presente.
Pero hete aquí que no les es posible, a los que ofician de Hidalgos, velar por el bienestar del planeta de otro si se encuentran inmersos en el propio. La única forma en que pueden cumplir tal virtuoso designio, es estando en vigilia (despiertos) mientras el mundo de su defendido está siendo atacado.
Por eso es que todas tus noches australianas me calzo la armadura y el casco,  empuño el escudo y la lanza y salgo a patrullar tus sueños. Y voy empalando y ensartado ferozmente, sin pensarlo dos veces, a todo aquello que te quiera arruinar los sueños o te desée mal alguno.
Dormí tranquila, pebeta, acá tenés quien te cuide el rancho.

1 comentario:

  1. El mejor regalo de cumpleaños EVER :)

    Vos me cuidás los sueños y yo te cuido los tuyos <3

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